miércoles, 7 de diciembre de 2016

Capítulo 30: Capítulo 75 (conteo general): “Regalo de Navidad”.


— ¡Vamos a comprar fuegos artificiales!—dije entusiasmada a mi madre cuando salimos de la misa.
— ¡No!—respondió duramente mi madre—. No tengo plata.
—Ay… —murmuré decepcionada.

¡Rocky! A lo mejor él sí tendrá dinero. Lo busqué con la mirada. ¿Dónde podría estar? Entré a la iglesia y ahí me lo encontré viendo al coro mientras terminaba de tocar el canto de salida. Me hice a su lado y le toqué el hombro. Rocky me miró y nos sonreímos mutuamente. El coro acabó la canción y procedieron a apagar el equipo, guardar sus instrumentos y desearse feliz Navidad unos a otros.

El silencio comenzó a reinar después de que guardaron sus instrumentos y los micrófonos. Rocky me miró y me dijo algo que no pude escuchar. A pesar de que ya reinaba el silencio mis oídos no se acostumbraban.

Lo miré sin decir nada y él me lo volvió a repetir.

— ¿Por qué se desean feliz Navidad si todavía no es Navidad?
— ¡Oh! Lo siento. —Lo abracé fuerte y le dije—: ¡Feliz Navidad, Rocky!

Rocky me miró extrañado luego de que nos separamos del abrazo.

— ¡Pero si hoy es 24!—exclamó enredándose la lengua, desconcertado porque no entendía nada.

—Rocky—le dediqué una sonrisa amable—, es que ya hoy es Navidad. A pesar de que todavía no es medianoche ya se conmemora navidad porque eso significa la Misa del Gallo. Antes se hacía a medianoche, pero como muchas personas prefieren estar en sus casas a esa hora, entonces la misa se hace entre las ocho y las once de la noche. Por lo tanto ya es Navidad.

—Oh… En ese caso—me abrazó aún más fuerte que yo—Feliz Navidad, _____ (TN). Te amo. —Nos apagaron las luces de la iglesia y nos quedamos a oscuras. Me conmocioné un poco, sin embargo, Rocky me tenía entre sus brazos y eso me hacía sentir protegida. Luego me dio un húmedo beso, pero yo me separé de él un segundo después de que comenzara a besarme.

—Mi amor… —protestó.
— ¡Nos van a cerrar el templo! Vámonos.

Una vez fuera del templo Rocky intentó disfrutar de mis labios.

Pi! Pi!

Nos separamos y me llevé a Rocky de la mano hasta el auto. Rocky suspiró hastiado. Sí, yo sabía lo que él sentía.

Cuando me iba subiendo al auto le susurré: "Cuando lleguemos a casa".

Rocky estaba a punto de subirse en el asiento de atrás, conmigo, cuando mi madre intervino.

—No, Rocky, hazte acá delante.

Rocky asintió, cerró la puerta de la parte de atrás del auto y dio la vuelta por delante de este, hasta el asiento del copiloto. Abrió la puerta y se sentó en él. Lugo cerró la puerta y se colocó el cinturón de seguridad. El auto ya estaba en movimiento.

Ya estábamos en la carretera que nos llevaría de regreso a casa cuando vi que otros pirómanos ya estaban calentando motores para la medianoche.

— ¡Los fuegos artificiales! ¿No los vamos a comprar?
— ¡No!—se adelantó a contestar mi madre. Rocky le puso una mano sobre la suya y respondió lo que yo ya tenía en mente.
—Señora, no se preocupe si es por el dinero; yo pagaré.

Mi madre lo miró seriamente y comenzaron una discusión que poco duró. Ella sabía que no iba a poder discutir mucho, así que le dejó ganar.

Finalmente conseguí mi cometido y la discusión nos llevó al puesto de venta de fuegos de artificio más cercano. Compramos los cohetes y luego nos fuimos. Para entonces ya eran las diez de la noche.



Al llegar a casa, Rocky preguntó por la siguiente tradición de Navidad.

—Esperar hasta la medianoche—le contesté.

Rocky se tumbó sobre mi cama al oír eso. Obviamente Rocky no estaba dispuesto a esperar  hasta la medianoche sin hacer nada. Palpó un espacio vacío de la cama a su lado y me indicó que me acostara junto a él mientras se le escapaba un bostezo felino.

—Cariño—dije acercándome a él—, no creo que sea buena idea. Aquí están mis padres observándonos; ¡y a ti te tienen el ojo bien encima!

—Cierra la puerta—me ordenó. Lo miré incrédula, acercándome a la vez a la puerta sin saber si debía cerrarla o no—. Anda, no te voy a hacer nada. Solo… —se detuvo, midiendo sus palabras—quiero hacerte algo que nunca me atrevería a hacerte delante de tus padres—. Miré detenidamente esos ojos verdes e intenté buscar la respuesta. Nada.

Rocky se acomodó mejor en la cama y entonces yo procedí a cerrar la puerta con seguro. Seguidamente me acerqué a la cama con pasos inseguros. Rocky me dio su mano y me ayudó a sentarme en el borde de la cama. Ambos traíamos puestos nuestros trajes de Nochebuena.

 Mi vestido era de fondo negro con flores multicolores sobre él, escote redondo pequeño y un largo de hasta dos dedos por encima de la rodilla. Era el vestido más corto que podía llevar a la iglesia y parece que a Rocky le encantaba y le divertía que el escote no dejara ver demasiado y que la falda cubriera perfecta mi trasero y la circunferencia.

Entre lo que me decía, dijo que le daba curiosidad ver qué más había debajo de las telas. Esto me lo dijo en un susurro al oído mientras ponía su mano derecha sobre mi pierna izquierda, justo donde la tela del vestido daba paso a mi piel. Eso me dejó desconcertada.

Su otra mano la tenía en mi hombro izquierdo; de ahí la llevó hasta mi mejilla y la acarició con su tersa mano.

Mis ojos estaban puestos fijamente en los suyos, buscando que me revelase qué quería hacer conmigo.

Sus labios pronunciaron tantos piropos hermosos que yo ni los entendía porque estábamos hablando en inglés. Pero sabía que debían de ser hermosos.

Poco a poco sus labios fueron acercándose a mí hasta quedar justo sobre los míos. Sentía su respiración y él sentía la mía. Sus labios eran una mariposa y los míos eran una flor con su néctar esperando a ser bebido por la mariposa. Cerré los ojos esperando sentir su lengua, siempre traviesa, internarse en mi boca y beber mi néctar. Pero no fue así.

Abrí los ojos esperando encontrar respuesta, mas los de él estaban cerrados. Nuestras respiraciones iban acompasándose y la mano que Rocky tenía en mi pierna subió a mi cadera.

 Sus labios por fin tocaron los míos, pero no fue para besarme, como lo esperaba, sino para empujarme hacia atrás. Estaba tan distraída a la espera de su beso que no me di cuenta de lo que él estaba tramando. Me dejé llevar y casi me tumbo sobre la almohada de no ser porque la mano de Rocky, abrazándome, hizo separación entre nosotros y la almohada; para luego permitir que cayéramos suavemente sobre el colchón y la almohada quedara bajo mi cabeza, como debía ser.

Rocky se acomodó encima de mí, usando su mano izquierda para poner sus labios a la altura de los míos. Los besó como si estuviera haciéndome chupetazos; dejándome ansiosa y con la respiración entrecortada, esperando volver a sentir sus labios.

Su pelvis presionaba con fuerza el mío y su mano se movía de arriba abajo buscando entallarse en mi cintura. La mano que mantenía en mi mejilla bajó y comenzó a moverse como la otra. Yo, por mi parte y con timidez, coloqué una de mis manos detrás de su cuello y con la otra abracé su espalda.

Estaba deseando que Rocky volviera a besarme, pero cuando por fin lo hizo, quería que parara para dejarme respirar. Es irónico, ¿no?

Rocky se dio cuenta de que me quedaba sin aire y me compartió parte del aire que respiraba. Pude percibir como si me diera una orden como: “Respira, mujer”, cuando me daba respiración boca a boca durante el beso.

Rocky tiraba de mi labio inferior y me hacía gemir satisfecha con cada beso. Abrió un poco sus piernas y dejó caer sus rodillas a cada lado de las mías, las cuales se mantenían juntas como el tronco de un árbol. Al hacer esto sentí que su pelvis presionaba con más fuerza en mi zona “V”.

Mientras tanto, su mano izquierda había decidido quedarse junto a mi cabeza y sostenerla mientras me besaba como en mis sueños. Tomaba mis labios y los dejaba al tiempo que su amiguito, aunque oculto dentro de las ropas que Rocky cargaba puestas, me propinaba pequeñas embestidas. Las sentía aunque no fueran dentro de mí. Gemía cada vez que soltaba mis labios y me embestía.

Yo tenía ambas manos sobre su espalda, cerca de los omoplatos. Con cada embestida los músculos de su espalda se tensaban y se relajaban, al igual que mi abdomen. La penumbra remarcaba los músculos de los brazos de Rocky. Aunque su camisa (una a cuadros, muy sexy y elegante) todavía estaba ahí, casi podía imaginarlo sin camisa, apreciando los músculos de su espalda y sintiendo su pectorales rozar mi pecho. Con mis manos tanteaba sus músculos mientras ambos subíamos y bajábamos con cada embestida, y yo gemía con placer en cada subida y bajada.

Decidí soltar su espalda para encargarme de su rostro. Su cabello caía sobre nuestras caras, haciéndome cosquillas en el cuello. Para no reírme le recogí el cabello y se lo llevé detrás del cuello, en donde mantuve mis manos.

Entonces Rocky levó sus manos a mi cintura y subió por ahí hasta encontrarse con las protuberancias de mi pecho. Rocky inclinó su pecho y lo dejó caer sobre el mío, aun sin lastimarme. Comenzó a besarme el cuello por el lado izquierdo mientras que su mano izquierda acariciaba mi seno derecho por fuera del vestido. Como no dejaba de embestirme, yo no dejaba de gemir complacida y de mirar sus hermosos ojos que brillaban en la penumbra de la habitación.

Dejé de mirar sus ojos pues él dirigió su rostro a mi cuerpo, mientras que sus labios descendían por mi cuello y llegaban hasta mi esternón. Para ese entonces las continuas embestidas del amiguito de Rocky ya habían cesado y mi seno derecho ya estaba desnudo, después de que Rocky se deshizo,  sin problemas, de la tira de mi vestido (el cual no tenía mangas) y desabrochó mi brasier, deshaciéndose por el momento de él también.

Me estremecí y continué gimiendo cuando sentí sus dedos y sus labios acercarse a mis pechos. El seno derecho lo tenía desnudo y preparado para que Rocky hiciera con él lo que le viniera en gana.

Rocky se pasó al otro lado de la cama y ahora se encontraba a mi derecha. Ya no se encontraba sobre mí, por lo que ya no podía propinarme esas suaves embestidas que ahora extrañaba. Pero como ya no estaba acostada boca arriba, sino que estaba de lado, Rocky pudo deshacerse finalmente de mi sostén con mayor facilidad. Luego me quitó la otra tira del vestido, siendo ahora posible que desapareciera la parte de arriba del este y que ambos senos quedaran al descubierto.

Rocky se colocó más abajo y comenzó a besar mis pechos por los bordes, ayudado de los dedos de una mano. Su lengua, más que sus labios hicieron todo el trabajo sucio. Los labios solo los utilizó cuando se iba acercando al pezón. Gemí un poco mientras pasaba su lengua por los bordes de mis pechos.

Los ojos verdes oscuros de Rocky alcanzaron a los míos cuando me encontraba en la agonía de la pasión. Pudo haberme sonreído, pero no lo hizo. Él también estaba sintiendo lo mismo que yo, pero no con los besos, sino con cada gemido que yo emitía.



No sé qué sucedió primero si Rocky me acercó a él y al instante yo me encontraba bajo su pecho protector y su mano se había deslizado por debajo de mi falda y se encontraba agarrando mis bragas; o si se oyó que alguien tocaba la puerta, la voz de mi madre llamándome y la cerradura abriéndose. Yo estaba desnuda de pechos, abrazada a Rocky, mis piernas ya no eran más el tronco de un árbol e intentaba taparme mi desnudez. Además Rocky tenía su mano en mi trasero.


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¡Hola! como lo prometido es deuda, aquí está el siguiente capítulo. Esta es la primera parte del "Regalo de Navidad". Espero que les guste y las próxima semana traeré el siguiente capítulo.
PD: les dejo esta nueva canción de R5: Mrs HRC (para los que no saben es Hillary, Rodham Clinton, la candita demócrata, aunque ahora ganó Tromp así que ya no es candidata).
Esta canción es como de consuelo y de broma a la vez... pero bueno, la dejo para que ustedes la interpreten.


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