— ¡Vamos a comprar fuegos
artificiales!—dije entusiasmada a mi madre cuando salimos de la misa.
— ¡No!—respondió duramente mi
madre—. No tengo plata.
—Ay… —murmuré decepcionada.
¡Rocky! A lo mejor él sí tendrá dinero. Lo busqué con la
mirada. ¿Dónde podría estar? Entré a la iglesia y ahí me lo encontré
viendo al coro mientras terminaba de tocar el canto de salida. Me hice a su
lado y le toqué el hombro. Rocky me miró y nos sonreímos mutuamente. El coro
acabó la canción y procedieron a apagar el equipo, guardar sus instrumentos y
desearse feliz Navidad unos a otros.
El silencio comenzó a reinar
después de que guardaron sus instrumentos y los micrófonos. Rocky me miró y me dijo
algo que no pude escuchar. A pesar de que ya reinaba el silencio mis oídos no
se acostumbraban.
Lo miré sin decir nada y él me
lo volvió a repetir.
— ¿Por qué se desean feliz
Navidad si todavía no es Navidad?
— ¡Oh! Lo siento. —Lo abracé
fuerte y le dije—: ¡Feliz Navidad, Rocky!
Rocky me miró extrañado luego
de que nos separamos del abrazo.
— ¡Pero si hoy es 24!—exclamó
enredándose la lengua, desconcertado porque no entendía nada.
—Rocky—le dediqué una sonrisa
amable—, es que ya hoy es Navidad. A pesar de que todavía no es medianoche ya
se conmemora navidad porque eso significa la Misa del Gallo. Antes se hacía a
medianoche, pero como muchas personas prefieren estar en sus casas a esa hora,
entonces la misa se hace entre las ocho y las once de la noche. Por lo tanto ya
es Navidad.
—Oh… En ese caso—me abrazó aún
más fuerte que yo—Feliz Navidad, _____ (TN). Te amo. —Nos apagaron las luces de
la iglesia y nos quedamos a oscuras. Me conmocioné un poco, sin embargo, Rocky
me tenía entre sus brazos y eso me hacía sentir protegida. Luego me dio un
húmedo beso, pero yo me separé de él un segundo después de que comenzara a
besarme.
—Mi amor… —protestó.
— ¡Nos van a cerrar el templo! Vámonos.
Una vez fuera del templo Rocky intentó disfrutar de mis
labios.
Pi! Pi!
Nos separamos y me llevé a Rocky de la mano hasta el
auto. Rocky suspiró hastiado. Sí, yo sabía lo que él sentía.
Cuando me iba subiendo al auto le susurré: "Cuando
lleguemos a casa".
Rocky estaba a punto de subirse en el asiento de atrás,
conmigo, cuando mi madre intervino.
—No, Rocky, hazte acá delante.
Rocky asintió, cerró la puerta de la parte de atrás del
auto y dio la vuelta por delante de este, hasta el asiento del copiloto. Abrió
la puerta y se sentó en él. Lugo cerró la puerta y se colocó el cinturón de
seguridad. El auto ya estaba en movimiento.
Ya estábamos en la carretera que nos llevaría de
regreso a casa cuando vi que otros pirómanos ya estaban calentando motores para
la medianoche.
— ¡Los fuegos artificiales! ¿No los vamos a comprar?
— ¡No!—se adelantó a contestar mi madre. Rocky le puso
una mano sobre la suya y respondió lo que yo ya tenía en mente.
—Señora, no se preocupe si es por el dinero; yo pagaré.
Mi madre lo miró seriamente y comenzaron una discusión
que poco duró. Ella sabía que no iba a poder discutir mucho, así que le dejó
ganar.
Finalmente conseguí mi cometido y la discusión nos
llevó al puesto de venta de fuegos de artificio más cercano. Compramos los
cohetes y luego nos fuimos. Para entonces ya eran las diez de la noche.
Al llegar a casa, Rocky preguntó por la siguiente
tradición de Navidad.
—Esperar hasta la medianoche—le contesté.
Rocky se tumbó sobre mi cama al oír eso. Obviamente
Rocky no estaba dispuesto a esperar
hasta la medianoche sin hacer nada. Palpó un espacio vacío de la cama a
su lado y me indicó que me acostara junto a él mientras se le escapaba un
bostezo felino.
—Cariño—dije acercándome a él—, no creo que sea buena
idea. Aquí están mis padres observándonos; ¡y a ti te tienen el ojo bien
encima!
—Cierra la puerta—me ordenó. Lo miré incrédula,
acercándome a la vez a la puerta sin saber si debía cerrarla o no—. Anda, no te
voy a hacer nada. Solo… —se detuvo, midiendo sus palabras—quiero hacerte algo
que nunca me atrevería a hacerte delante de tus padres—. Miré detenidamente
esos ojos verdes e intenté buscar la respuesta. Nada.
Rocky se acomodó mejor en la cama y entonces yo procedí
a cerrar la puerta con seguro. Seguidamente me acerqué a la cama con pasos
inseguros. Rocky me dio su mano y me ayudó a sentarme en el borde de la cama.
Ambos traíamos puestos nuestros trajes de Nochebuena.
Mi vestido era
de fondo negro con flores multicolores sobre él, escote redondo pequeño y un
largo de hasta dos dedos por encima de la rodilla. Era el vestido más corto que
podía llevar a la iglesia y parece que a Rocky le encantaba y le divertía que
el escote no dejara ver demasiado y que la falda cubriera perfecta mi trasero y
la circunferencia.
Entre lo que me decía, dijo que le daba curiosidad ver
qué más había debajo de las telas. Esto me lo dijo en un susurro al oído
mientras ponía su mano derecha sobre mi pierna izquierda, justo donde la tela
del vestido daba paso a mi piel. Eso me dejó desconcertada.
Su otra mano la tenía en mi hombro izquierdo; de ahí la
llevó hasta mi mejilla y la acarició con su tersa mano.
Mis ojos estaban puestos fijamente en los suyos,
buscando que me revelase qué quería hacer conmigo.
Sus labios pronunciaron tantos piropos hermosos que yo
ni los entendía porque estábamos hablando en inglés. Pero sabía que debían de
ser hermosos.
Poco a poco sus labios fueron acercándose a mí hasta
quedar justo sobre los míos. Sentía su respiración y él sentía la mía. Sus
labios eran una mariposa y los míos eran una flor con su néctar esperando a ser
bebido por la mariposa. Cerré los ojos esperando sentir su lengua, siempre
traviesa, internarse en mi boca y beber mi néctar. Pero no fue así.
Abrí los ojos esperando encontrar respuesta, mas los de
él estaban cerrados. Nuestras respiraciones iban acompasándose y la mano que
Rocky tenía en mi pierna subió a mi cadera.
Sus labios por
fin tocaron los míos, pero no fue para besarme, como lo esperaba, sino para
empujarme hacia atrás. Estaba tan distraída a la espera de su beso que no me di
cuenta de lo que él estaba tramando. Me dejé llevar y casi me tumbo sobre la
almohada de no ser porque la mano de Rocky, abrazándome, hizo separación entre
nosotros y la almohada; para luego permitir que cayéramos suavemente sobre el
colchón y la almohada quedara bajo mi cabeza, como debía ser.
Rocky se acomodó encima de mí, usando su mano izquierda
para poner sus labios a la altura de los míos. Los besó como si estuviera
haciéndome chupetazos; dejándome ansiosa y con la respiración entrecortada,
esperando volver a sentir sus labios.
Su pelvis presionaba con fuerza el mío y su mano se
movía de arriba abajo buscando entallarse en mi cintura. La mano que mantenía
en mi mejilla bajó y comenzó a moverse como la otra. Yo, por mi parte y con
timidez, coloqué una de mis manos detrás de su cuello y con la otra abracé su
espalda.
Estaba deseando que Rocky volviera a besarme, pero
cuando por fin lo hizo, quería que parara para dejarme respirar. Es irónico,
¿no?
Rocky se dio cuenta de que me quedaba sin aire y me
compartió parte del aire que respiraba. Pude percibir como si me diera una
orden como: “Respira, mujer”, cuando me daba respiración boca a boca durante el
beso.
Rocky tiraba de mi labio inferior y me hacía gemir satisfecha
con cada beso. Abrió un poco sus piernas y dejó caer sus rodillas a cada lado
de las mías, las cuales se mantenían juntas como el tronco de un árbol. Al
hacer esto sentí que su pelvis presionaba con más fuerza en mi zona “V”.
Mientras tanto, su mano izquierda había decidido
quedarse junto a mi cabeza y sostenerla mientras me besaba como en mis sueños.
Tomaba mis labios y los dejaba al tiempo que su amiguito, aunque oculto dentro
de las ropas que Rocky cargaba puestas, me propinaba pequeñas embestidas. Las
sentía aunque no fueran dentro de mí. Gemía cada vez que soltaba mis labios y
me embestía.
Yo tenía ambas manos sobre su espalda, cerca de los
omoplatos. Con cada embestida los músculos de su espalda se tensaban y se
relajaban, al igual que mi abdomen. La penumbra remarcaba los músculos de los
brazos de Rocky. Aunque su camisa (una a cuadros, muy sexy y elegante) todavía
estaba ahí, casi podía imaginarlo sin camisa, apreciando los músculos de su
espalda y sintiendo su pectorales rozar mi pecho. Con mis manos tanteaba sus
músculos mientras ambos subíamos y bajábamos con cada embestida, y yo gemía con
placer en cada subida y bajada.
Decidí soltar su espalda para encargarme de su rostro.
Su cabello caía sobre nuestras caras, haciéndome cosquillas en el cuello. Para
no reírme le recogí el cabello y se lo llevé detrás del cuello, en donde
mantuve mis manos.
Entonces Rocky levó sus manos a mi cintura y subió por
ahí hasta encontrarse con las protuberancias de mi pecho. Rocky inclinó su
pecho y lo dejó caer sobre el mío, aun sin lastimarme. Comenzó a besarme el
cuello por el lado izquierdo mientras que su mano izquierda acariciaba mi seno
derecho por fuera del vestido. Como no dejaba de embestirme, yo no dejaba de
gemir complacida y de mirar sus hermosos ojos que brillaban en la penumbra de
la habitación.
Dejé de mirar sus ojos pues él dirigió su rostro a mi
cuerpo, mientras que sus labios descendían por mi cuello y llegaban hasta mi
esternón. Para ese entonces las continuas embestidas del amiguito de Rocky ya
habían cesado y mi seno derecho ya estaba desnudo, después de que Rocky se deshizo,
sin problemas, de la tira de mi vestido
(el cual no tenía mangas) y desabrochó mi brasier, deshaciéndose por el momento
de él también.
Me estremecí y continué gimiendo cuando sentí sus dedos
y sus labios acercarse a mis pechos. El seno derecho lo tenía desnudo y
preparado para que Rocky hiciera con él lo que le viniera en gana.
Rocky se pasó al otro lado de la cama y ahora se
encontraba a mi derecha. Ya no se encontraba sobre mí, por lo que ya no podía
propinarme esas suaves embestidas que ahora extrañaba. Pero como ya no estaba
acostada boca arriba, sino que estaba de lado, Rocky pudo deshacerse finalmente
de mi sostén con mayor facilidad. Luego me quitó la otra tira del vestido,
siendo ahora posible que desapareciera la parte de arriba del este y que ambos
senos quedaran al descubierto.
Rocky se colocó más abajo y comenzó a besar mis pechos
por los bordes, ayudado de los dedos de una mano. Su lengua, más que sus labios
hicieron todo el trabajo sucio. Los labios solo los utilizó cuando se iba
acercando al pezón. Gemí un poco mientras pasaba su lengua por los bordes de
mis pechos.
Los ojos verdes oscuros de Rocky alcanzaron a los míos
cuando me encontraba en la agonía de la pasión. Pudo haberme sonreído, pero no
lo hizo. Él también estaba sintiendo lo mismo que yo, pero no con los besos,
sino con cada gemido que yo emitía.
No sé qué sucedió primero si Rocky me acercó a él y al
instante yo me encontraba bajo su pecho protector y su mano se había deslizado
por debajo de mi falda y se encontraba agarrando mis bragas; o si se oyó que
alguien tocaba la puerta, la voz de mi madre llamándome y la cerradura
abriéndose. Yo estaba desnuda de pechos, abrazada a Rocky, mis piernas ya no
eran más el tronco de un árbol e intentaba taparme mi desnudez. Además Rocky
tenía su mano en mi trasero.
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¡Hola! como lo prometido es deuda, aquí está el siguiente capítulo. Esta es la primera parte del "Regalo de Navidad". Espero que les guste y las próxima semana traeré el siguiente capítulo.
PD: les dejo esta nueva canción de R5: Mrs HRC (para los que no saben es Hillary, Rodham Clinton, la candita demócrata, aunque ahora ganó Tromp así que ya no es candidata).
Esta canción es como de consuelo y de broma a la vez... pero bueno, la dejo para que ustedes la interpreten.
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