martes, 1 de noviembre de 2016

Capítulo 27: Capítulo 72 (conteo general): "Transición"


Me acerqué a la orilla y me impulsé para salir de ahí lo más rápido posible. Pero aquella mano me agarraba con fuerza.

Quería salir de ahí.

Me sacudí en el agua lo más fuerte posible y sentí que me dejó un poco. Entonces salté como sirena. Me agarré del arbusto y me impulsé para subir, pero la mano volvió a sujetarme.

María gritó y salió corriendo de ahí hasta una cierta distancia. Yo seguí haciendo fuerza para subir. María volvió y me ayudó. Entonces pude salir de ese pozo.

— ¿Y Ana?—pregunté asustada mientras recuperaba el aliento. Había un monstruo ahí abajo y Ana también estaba ahí.

— ¡Aquí!—salió una figura, gritando, del agua. Tenía el pelo todo para el frente.

— ¡¡Ahhhh! ¡La niña del aro!—gritamos al unísono Ana y yo.

Aparté mis pies del agua, atravesé el agujero que había hecho María cuando se tiró al agua a buscar la pelota, y las dos nos refugiamos detrás del arbusto. Pero sus manos atravesaron el arbusto y nos persiguieron. ¿En dónde estará Ana en estos momentos?,  pensé.

¡Pero un momento! ¡Esas uñas yo las había visto antes!

— ¡Ana!—chillé con lo último que me quedaba de voz.

Ella se detuvo. María tomó una rama y le quitó el pelo de encima. Era Ana.

—Ya decía yo que esta niña del aro andaba en traje de baño y no en camisón, como en la película.
—Ana, nos asustaste—habló María.

—Yo no estaba fingiendo ser la niñas del aro, solamente que mientras me pateabas me cayó el pelo en la cara y así fue como salí del agua.
—Ay, Ana—dijimos a la vez María y yo.

— ¿Así que tú eras el muerto que quería tomar mi alma?
—Mm, no. Yo estaba agarrándote porque casi me hundo. No encontré el fondo, pero encontré corrientes de agua salada y unos peces muy extraños que casi me muerden, así que iba volviendo a la superficie y encontré tu pie.

— ¿Y por qué estabas fría como muerto?
Ana puso sus manos en mi brazo. Estaban frías, pero no tanto como cuando me agarró el pie.
—No lo sé. Yo siempre he sido así.


*          *         *

Esa fue nuestra última aventura. Al volver al campamento ya todos estaban empacando todo. Ya era casi mediodía, pero como el viaje tardaba y no podíamos permanecer con hambre, ya estaban almorzando.

Cuando llegamos la primera orden que recibimos fue “recojan sus cosas”.

Fui a la carpa y recogí toda mi ropa que estaba regada, la metí en mi saco y la dejé afuera de la carpa.
Las chicas y yo nos cambiamos de ropa. Después desmontamos la carpa y la doblamos bien bonita y luego la guardamos. Prácticamente ya nada más era mi responsabilidad.



Nos sentamos en un cooler y nos pusimos a hablar sobre el regreso de R5 a ___ (TP) mientras almorzábamos.

María tenía data en el teléfono y suficiente batería, por lo que enseguida nos reconectamos con el mundo globalizado.

— ¿Cómo es que tenías data y batería y no la compartiste con nosotras hasta ahora?—gruñó Ana. María se extrañó.

—Perdona. Pensé que tú no vivías con internet.
—Yo no vivo con el internet, pero tampoco soy cavernícola.

—María, pero en serio; ¿cómo pudiste guardártela para ti sola?—reclamé yo mientras escupía una espina de pescado. No es recomendable hablar mientras se come pescado. Niños, no lo hagan en casa ni en el mar.

— ¡No me lo guardé para mí sola!—exclamó—. Tu madre me quitó el teléfono y ella lo tuvo todo este tiempo. Hasta ahora me lo acaba de devolver.
— ¡Ah!—nos tranquilizamos Ana y yo.

Después de este pequeño malentendido nuestras conversaciones han sido más pacíficas. Creo que este viaje nos ha servido para unirnos más nosotras tres, pues antes yo era el puente entre ellas dos, y si no fuera por mí ellas seguirían odiándose por toda la vida.

Cuando terminamos de almorzar, fregamos nuestros platos y tuvimos que ayudar a desmontar las hamacas y a colocar nuestras cosas en un solo lugar. Cuando hubimos terminado por fin todos nuestros deberes, nos entregamos por completo al twitter. Por medio de este pudimos escribirle a Ross que recién había terminado el concierto de ese día.

Se sentía diferente volver a oír de los chicos, estando en esa isla en donde ellos jamás han estado. La soledad me ha ayudado a olvidar a Rocky; ¡pero yo no quiero!

El tiempo se pasó tan rápido estando en twitter que ni me di cuenta de cuando ya estábamos en casa disfrutando del agua dulce y del internet residencial.


— (TN) _____
— ¡Mi amor!—nos besamos.

— ¿Sabes cuánto esperé para esto?—me dice al oído. Luego nos tiramos en la cama y Rocky comienza a besarme por todo el cuerpo. De pronto se detuvo y me miró desde lo alto.
— ¿Me das permiso?—preguntó.

— ¡Te amo! Claro que sí, mi amor.

Continúa besándome. Coloca sus manos en mi cintura y comienza a besarme el cuello. Luego nos acostamos. Él estaba encima de mí y yo debajo. Coloqué mis manos detrás de su cuello y tiré de su cabello. Pude oír cómo se excitaba con eso.

Sus besos; ¡cómo los extrañaba! Eran húmedos y calientes; dulces, suaves, delicados; atrevidos, interesantes, varoniles… Rocky quería darme uno francés, pero yo todavía no me dejaba. Entonces, de repente Rocky dejaba de besarme, se levantaba y se iba de mi habitación.

—Rocky. ¡Rocky! ¿A dónde vas?

No obtuve respuesta.

— ¡Rocky!
— ¡¡Rocky!!

Todo se desvaneció y me encuentro envuelta en un dolor que mucho odio y que tanto conozco, gritando el nombre de mi amor.

— ¡¡Rocky!!
— ¡(TN) ______, despertaste!—se acerca a mi cama.
— ¿Qué pasa?

— Estás enferma.
— ¿Y por eso viniste?
— Vine y te encontré así.

— Es solo un resfrío—respondí con dolor en la garganta.
—Sí, pero puede empeorar.
—Tranquilo, estaré bien.

Es gracioso que siempre me refrío más en verano que en invierno. Como sea, esta gripe me tomó por sorpresa. Solo después de un día de haber vuelto del viaje. Rocky se adelantó un día en venir y por eso me encontró todavía mal. ¡Me encontró tomando una siesta y todavía con los síntomas fuertes!

—Vine antes porque no podía aguantar más tiempo sin ti—dijo—. A penas terminé el último concierto, hice mis maletas y tomé el primer vuelo hacia (TP)_______ y siguiente a (Tu Ciudad)___________. Los demás vienen mañana.

— ¿Estás cansado?—pregunté mientras me levantaba y me sentaba en la cama. Rocky permanecía sentado en un sofá que hay al lado de mi cama—. ¿Por qué no descansas un poco? ¿Ya comiste?
— No, (TN)____--me detuvo—. Solo quiero pasar el rato contigo.

—Pero te puedo contagiar. Además estás cansado. ¿Ya comiste?
—No.

Me levanté y fui a la cocina a servirle a Rocky la comida del almuerzo y lo acompañé. Rocky comía con cuidado, sin dejar de mirarme. Yo tampoco lo dejaba de mirar. Al poco tiempo nuestras miradas se volvieron incómodas, tanto, que rompimos en risas y luego me sentí culpable porque Rocky se ahogó con la comida.

— ¡Mira el pajarito!—le dije y eso funcionó para que levantara la cabeza y dejara de ahogarse. Le di un vaso de agua y se calmó. Pero luego, de la nada comenzó otro ataque de risa. Y yo intentaba que no se ahogara con el agua y que mirara para arriba. Me levanté de mi silla y tomé su quijada para levantarla. Y en eso Rocky se estiró para juntarse conmigo… ¡Me robó un beso! ¡Y con sabor a fríjoles con carne!

— ¡Rocky—me separé de él recordando el sueño, y le di una pequeña cachetada. Creo que ni le dolió, pero fingió que sí.
— ¿Qué?—exclamó.

—Sabes a comida.
—Entonces cómeme—dijo pervertido.
— ¡Ay no! Mejor más tarde. Es que estoy a dieta y no debo caer en la tentación—dije jugando a la niña buena.

—mmmm. Yo creo que en tu dieta sí hay un Rocky por hoy—dijo mientras me quitaba el cabello de la cara y me acariciaba dulcemente. Lo miré directo a los ojos y vi su deseo en sus ojos. Le dediqué una sonrisa y dije—: Termina de comer y te espero en el cuarto.

¿Qué podía hacer? ¡Oh, pero qué hice! Le dije que sí… Pero aún no estaba preparada para eso. Comencé a dar vueltas por toda la habitación, nerviosa. ¡No sabía qué hacer! Entonces entró Rocky y me sorprendió. Todavía no estaba lista. Me sobresalté y pegué un gritito ahogado.

h—Tranquila—dijo suavemente Rocky. Se acercó a mí, colocó sus manos debajo de mi axila y comenzó a besarme el cuello. Me llevó a la cama y nos acostamos; él estaba sobre mí.
Yo estaba excitada por sus besos. No podía creer cómo me hacían sentir.

Poco a poco Rocky comenzó a desabrocharme la camisa y a besarme los hombros y el pecho. Una de sus manos—no sé cuál—se deslizó hasta mi pantalón y se metió dentro.

Se me escapó un gemido que excitó mucho a Rocky. Continuó besándome y en poco tiempo su camisa desapareció.

— ¿Dónde están tus padres?—preguntó, dejando de besarme y sentándose a mi lado.
—En su cuarto. Al lado—respondí.
—Sí, ya los escuché.

— ¿cómo?
—Así, bebé.

Hubo un silencio incómodo.

Entonces Rocky acercó su mano a mi pecho e intentó despojarme de la sábana con la que me cubría. Me puse nerviosa. Rocky acercó su boca a mi cuerpo y besó justo arriba de mi pecho, me dio un mordisco y me dejó una marquita. Con sus dedos intentó hacerse posible seguir besando mis bubis.

— ¡Rocky!—Se apartó y dejó de besarme. Dejó de mirarme, en cambió miró al frente, dio un resoplido y dijo:

—Me duele que me rechaces, ¡y en la cama! Pero comprendo lo nerviosa que estás.En Argentina fui muy impulsivo y te prometí que nunca volvería a presionarte ni a obligarte a acostarte conmigo, pero por favor no me vuelvas a hacer esto. Me duele…

—Rocky—dije dulcemente y él me miró—. Lo lamento… Yo no quería… Me dejé llevar y no pude controlar lo que decía. Pero tampoco quería rechazarte.

Rocky me miró con qué cara larga, y una lágrima se le deslizó por la mejilla.

—Oh, Rocky—me acerqué a él y le sequé la lágrima con mis pulgares. Rocky tomó mi mano derecha y presionó mis nudillos contra sus labios en un sonoro y húmedo beso.

—Recuerda que tú eres Solamente mía. Tus ojos—con otra mano levantó el cabello que me caía sobre la cara y penetró con sus ojos en mi mirada—no mirarán a otro como me miran a mí. Tu cuerpo, tu figura, tu cintura, ningún otro podrá gozar de ellas ni de tu cuerpo, solamente yo. Pero hasta que no me des permiso, no gozaré de tu cuerpo. Solo lo haré cuando tenga tu permiso, por eso te ruego que no se lo otorgues a más nadie. Yo llevó tanto tiempo a tu lado y he esperado tanto a que me des tu permiso. No se lo des a otro que lo merezca menos que yo, por favor. Tus manos no podrás acariciar otro rostro. Tus labios no deben besar otros labios, y si lo hacen—cambió su mirada y se puso rígido, mientras pasaba sus dedos por mis labios—te prohíbo que lo beses igual que a mí. No quiero que me compares con otros, o que me guales con otro hombre. Yo soy tu hombre.

—Rocky, así será—Se acercó a mí y me besó suavemente los labios, casi sin tocarme. Bajamos nuestras cabezas y Rocky acarició mi cabello. Continuó besándome hasta quedarse sin respiración y tener que respirar entrecortadamente, de forma excitante. Y así mismo me dijo: “Te amo”.

—No pares de besarme—le dije con la misma voz.


*          *         *

Nos despertamos muy temprano. Rocky durmió en mi misma cama, los dos abrazados, él con el torso desnudo y en calzoncillos, yo apoyando mi cabeza en su corazón, y él acariciando mi cabellera. Era la víspera de Navidad más hermosa de toda mi vida.

— Rocky, ¿por qué no vamos al río a bañarnos?
— ¿Te parece a ti, princesa?

Sonreí y con eso fue todo para Rocky.

Bajamos al río y lo primero que hice fue quitarme la camiseta y el pantalón y luego me tiré al charco. Después me siguió Rocky. Se tiró en calzoncillos, igual como durmió. Me salpicó toda y me mojó el cabello. Igual eso iba a hacer. Me sumergí lentamente sintiendo cómo poco a poco el agua fría de la mañanita penetraba en mi cuero cabelludo. Después me sumergí por completo y me restregué la cabeza. No tenía Shampoo, solo agua, así que igual tendría que lavarme después de salir del río, por lo que no tendría mucho sentido lavarme bien en el río.

— ¿____ (TN) desde cuándo vienes aquí?
—Desde muy pequeña. Me acuerdo que desde los tres, pero seguro que desde antes.
—Entonces me imagino que conoces muy bien toda la zona—decía Rocky.

—Sí, por supuesto—Respondí yo.
—Te reto a una carrera hasta la otra orilla—dijo señalando el lugar donde mi caballo y yo descansábamos, donde también Riker nos vio una vez, cuando yo estaba evitando a Rocky.


*Flashback*

Colorado estaba en la ribera muy cerca del agua que pudo beber para saciar su sed. Lo desamarré y me fui. Miraba el espejo del lago central. Un color de pelo que no es usual por ahí me llamó la atención al reflejarse en el agua. Rápidamente me escondí tras un árbol. El color de Colorado lo camuflaba muy bien con la naturaleza.

La persona rubia se zambulló en el lago, muy cerca de la isla. Sabía que no podía quedarme oculta ahí; debía irme con cautelo, porque él no se iría rápido, quizá pase ahí hasta las tres o cuatro de la tarde. Muy lentamente fui subiendo la cuesta de espaldas, internándome en la oscuridad y desapareciendo del campo de visión del rubio. Pero cuando Colorado empezó a moverse, Riker notó el movimiento y supo que era un caballo.

— ¿Quién está ahí?

No respondí nada. Creo que él ya lo sabía, era solo que yo no lo quería admitir.

Riker se puso en pie y caminó hacia la otra orilla. Entré en pánico y corrí lo más rápido que pude hacia la cima. El caballo relinchó y no quiso avanzar conmigo. Se revelaba ante la autoridad, mientras Riker avanzaba hacia mí. ¿Qué podía hacer? ¿Abandonar a mi caballo? ¿Hablar con Riker?

— _______ (TN), por favor, no te voy a hacer daño. Ven acá y hablemos—gritó Riker.

—Lo siento, Colorado, tendremos que tener nuestro paseo más tarde—le susurré al caballo y lo solté, saliendo disparada; logrando llegar a la cima del cerro en 30 segundo.

Descendí rápidamente en zigzag y salté la llanura hasta llegar al establo y refugiarme en él. Ahí logré retomar el aliento después de una carrera de 3 minutos que debió ser de 10.

*Fin del Flashback*


— ¿Estás seguro de que quieres llegar hasta allá?—pregunté.
— ¡Segurísimo! ¿Por qué? ¿A caso su alteza tiene miedo?—dijo haciendo una graciosa reverencia en el agua, hacia mí.

— ¡claro de que no!—dije sobresaltada.
—Eso me suena a una carrera.

No dije más nada. Mi respuesta fue ponerme en posición de partida. Rocky también se preparó.

— ¿Estás lista?—preguntó.
— ¡Por supuesto!
— ¡Fuera!—gritó Rocky.

Esta carrera tiene sus desventajas, porque nosotros ya estábamos dentro del agua, cuando deberíamos estar fuera del agua tirarnos después de la marca de salida. Para mí fue súper complicadísima la salida, así que Rocky llevó la ventaja desde el comienzo. Como a mitad de la carrera yo logré avanzar más y le iba mordiendo los talones a Rocky. Pero al final, estaba tan cansada y, por nerviosismo se me olvidó respirar.

Rocky no dudó en apresurarse y llegar a la meta para poder disfrutar triunfantemente de la victoria. ¡Ay pobre de mí que me olvidé de respirar y por eso me ganó mi novio.


— ¡_____ (TN)!—exclamó Rocky cuando me vio haciendo esfuerzos para no ahogarme.

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Prometí que iba a subir el siguiente capítulo antes de que se acabara octubre; así que en mi defensa, este año me gradúo y estoy muy ocupada, tanto que pensaba que hoy era 28 de octubre. 
PD: ¡Feliz cumpleaños a Rocky, mi amor, que cumplas muchos años más! ¿Cuántos son? ¿22? Pero recuerden que en la novela Rocky todavía tiene 20...
les dejo con un vídeo de tributo al cumpleañero de hoy:

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