Me acerqué a la orilla y me impulsé para
salir de ahí lo más rápido posible. Pero aquella mano me agarraba con fuerza.
Quería salir de ahí.
Me sacudí en el agua lo más fuerte posible y
sentí que me dejó un poco. Entonces salté como sirena. Me agarré del arbusto y
me impulsé para subir, pero la mano volvió a sujetarme.
María gritó y salió corriendo de ahí hasta
una cierta distancia. Yo seguí haciendo fuerza para subir. María volvió y me
ayudó. Entonces pude salir de ese pozo.
— ¿Y Ana?—pregunté asustada mientras
recuperaba el aliento. Había un monstruo ahí abajo y Ana también estaba ahí.
— ¡Aquí!—salió una figura, gritando, del
agua. Tenía el pelo todo para el frente.
— ¡¡Ahhhh! ¡La niña del aro!—gritamos al
unísono Ana y yo.
Aparté mis pies del agua, atravesé el agujero
que había hecho María cuando se tiró al agua a buscar la pelota, y las dos nos
refugiamos detrás del arbusto. Pero sus manos atravesaron el arbusto y nos
persiguieron. ¿En dónde estará Ana en
estos momentos?, pensé.
¡Pero un momento! ¡Esas uñas yo las había visto antes!
— ¡Ana!—chillé con lo último que me quedaba
de voz.
Ella se detuvo. María tomó una rama y le
quitó el pelo de encima. Era Ana.
—Ya decía yo que esta niña del aro andaba en
traje de baño y no en camisón, como en la película.
—Ana, nos asustaste—habló María.
—Yo no estaba fingiendo ser la niñas del aro,
solamente que mientras me pateabas me cayó el pelo en la cara y así fue como
salí del agua.
—Ay, Ana—dijimos a la vez María y yo.
— ¿Así que tú eras el muerto que quería tomar
mi alma?
—Mm, no. Yo estaba agarrándote porque casi me
hundo. No encontré el fondo, pero encontré corrientes de agua salada y unos
peces muy extraños que casi me muerden, así que iba volviendo a la superficie y
encontré tu pie.
— ¿Y por qué estabas fría como muerto?
Ana puso sus manos en mi brazo. Estaban
frías, pero no tanto como cuando me agarró el pie.
—No lo sé. Yo siempre he sido así.
* * *
Esa fue nuestra última aventura. Al volver al
campamento ya todos estaban empacando todo. Ya era casi mediodía, pero como el
viaje tardaba y no podíamos permanecer con hambre, ya estaban almorzando.
Cuando llegamos la primera orden que
recibimos fue “recojan sus cosas”.
Fui a la carpa y recogí toda mi ropa que estaba
regada, la metí en mi saco y la dejé afuera de la carpa.
Las chicas y yo nos cambiamos de ropa.
Después desmontamos la carpa y la doblamos bien bonita y luego la guardamos.
Prácticamente ya nada más era mi responsabilidad.
Nos sentamos en un cooler y nos pusimos a
hablar sobre el regreso de R5 a ___ (TP) mientras almorzábamos.
María tenía data en el teléfono y suficiente
batería, por lo que enseguida nos reconectamos con el mundo globalizado.
— ¿Cómo es que tenías data y batería y no la
compartiste con nosotras hasta ahora?—gruñó Ana. María se extrañó.
—Perdona. Pensé que tú no vivías con
internet.
—Yo no vivo con el internet, pero tampoco soy
cavernícola.
—María, pero en serio; ¿cómo pudiste
guardártela para ti sola?—reclamé yo mientras escupía una espina de pescado. No
es recomendable hablar mientras se come pescado. Niños, no lo hagan en casa ni
en el mar.
— ¡No me lo guardé para mí sola!—exclamó—. Tu
madre me quitó el teléfono y ella lo tuvo todo este tiempo. Hasta ahora me lo
acaba de devolver.
— ¡Ah!—nos tranquilizamos Ana y yo.
Después de este pequeño malentendido nuestras
conversaciones han sido más pacíficas. Creo que este viaje nos ha servido para
unirnos más nosotras tres, pues antes yo era el puente entre ellas dos, y si no
fuera por mí ellas seguirían odiándose por toda la vida.
Cuando terminamos de almorzar, fregamos
nuestros platos y tuvimos que ayudar a desmontar las hamacas y a colocar
nuestras cosas en un solo lugar. Cuando hubimos terminado por fin todos
nuestros deberes, nos entregamos por completo al twitter. Por medio de este
pudimos escribirle a Ross que recién había terminado el concierto de ese día.
Se sentía diferente volver a oír de los
chicos, estando en esa isla en donde ellos jamás han estado. La soledad me ha
ayudado a olvidar a Rocky; ¡pero yo no quiero!
El tiempo se
pasó tan rápido estando en twitter que ni me di cuenta de cuando ya estábamos
en casa disfrutando del agua dulce y del internet residencial.
— (TN) _____
— ¡Mi amor!—nos besamos.
— ¿Sabes cuánto esperé para esto?—me dice al
oído. Luego nos tiramos en la cama y Rocky comienza a besarme por todo el
cuerpo. De pronto se detuvo y me miró desde lo alto.
— ¿Me das permiso?—preguntó.
— ¡Te amo! Claro que sí, mi amor.
Continúa besándome. Coloca sus manos en mi cintura
y comienza a besarme el cuello. Luego nos acostamos. Él estaba encima de mí y
yo debajo. Coloqué mis manos detrás de su cuello y tiré de su cabello. Pude oír
cómo se excitaba con eso.
Sus besos; ¡cómo los extrañaba! Eran húmedos
y calientes; dulces, suaves, delicados; atrevidos, interesantes, varoniles…
Rocky quería darme uno francés, pero yo todavía no me dejaba. Entonces, de
repente Rocky dejaba de besarme, se levantaba y se iba de mi habitación.
—Rocky. ¡Rocky! ¿A dónde vas?
No obtuve respuesta.
— ¡Rocky!
— ¡¡Rocky!!
Todo se desvaneció y me encuentro envuelta en
un dolor que mucho odio y que tanto conozco, gritando el nombre de mi amor.
— ¡¡Rocky!!
— ¡(TN) ______, despertaste!—se acerca a mi
cama.
— ¿Qué pasa?
— Estás enferma.
— ¿Y por eso viniste?
— Vine y te encontré así.
— Es solo un resfrío—respondí con dolor en la
garganta.
—Sí, pero puede empeorar.
—Tranquilo, estaré bien.
Es gracioso que siempre me refrío más en
verano que en invierno. Como sea, esta gripe me tomó por sorpresa. Solo después
de un día de haber vuelto del viaje. Rocky se adelantó un día en venir y por
eso me encontró todavía mal. ¡Me encontró tomando una siesta y todavía con los
síntomas fuertes!
—Vine antes porque no podía aguantar más
tiempo sin ti—dijo—. A penas terminé el último concierto, hice mis maletas y
tomé el primer vuelo hacia (TP)_______ y siguiente a (Tu Ciudad)___________.
Los demás vienen mañana.
— ¿Estás cansado?—pregunté mientras me
levantaba y me sentaba en la cama. Rocky permanecía sentado en un sofá que hay
al lado de mi cama—. ¿Por qué no descansas un poco? ¿Ya comiste?
— No, (TN)____--me detuvo—. Solo quiero pasar
el rato contigo.
—Pero te puedo contagiar. Además estás
cansado. ¿Ya comiste?
—No.
Me levanté y fui a la cocina a servirle a
Rocky la comida del almuerzo y lo acompañé. Rocky comía con cuidado, sin dejar
de mirarme. Yo tampoco lo dejaba de mirar. Al poco tiempo nuestras miradas se
volvieron incómodas, tanto, que rompimos en risas y luego me sentí culpable
porque Rocky se ahogó con la comida.
— ¡Mira el pajarito!—le dije y eso funcionó
para que levantara la cabeza y dejara de ahogarse. Le di un vaso de agua y se
calmó. Pero luego, de la nada comenzó otro ataque de risa. Y yo intentaba que
no se ahogara con el agua y que mirara para arriba. Me levanté de mi silla y
tomé su quijada para levantarla. Y en eso Rocky se estiró para juntarse
conmigo… ¡Me robó un beso! ¡Y con sabor a fríjoles con carne!
— ¡Rocky—me separé de él recordando el sueño,
y le di una pequeña cachetada. Creo que ni le dolió, pero fingió que sí.
— ¿Qué?—exclamó.
—Sabes a comida.
—Entonces cómeme—dijo pervertido.
— ¡Ay no! Mejor más tarde. Es que estoy a
dieta y no debo caer en la tentación—dije jugando a la niña buena.
—mmmm. Yo creo que en tu dieta sí hay un
Rocky por hoy—dijo mientras me quitaba el cabello de la cara y me acariciaba
dulcemente. Lo miré directo a los ojos y vi su deseo en sus ojos. Le dediqué
una sonrisa y dije—: Termina de comer y te espero en el cuarto.
¿Qué podía hacer? ¡Oh, pero qué hice! Le dije
que sí… Pero aún no estaba preparada para eso. Comencé a dar vueltas por toda
la habitación, nerviosa. ¡No sabía qué hacer! Entonces entró Rocky y me
sorprendió. Todavía no estaba lista. Me sobresalté y pegué un gritito ahogado.
h—Tranquila—dijo suavemente Rocky. Se acercó
a mí, colocó sus manos debajo de mi axila y comenzó a besarme el cuello. Me
llevó a la cama y nos acostamos; él estaba sobre mí.
Yo estaba excitada por sus besos. No podía
creer cómo me hacían sentir.
Poco a poco Rocky comenzó a desabrocharme la
camisa y a besarme los hombros y el pecho. Una de sus manos—no sé cuál—se
deslizó hasta mi pantalón y se metió dentro.
Se me escapó un gemido que excitó mucho a
Rocky. Continuó besándome y en poco tiempo su camisa desapareció.
— ¿Dónde están tus padres?—preguntó, dejando
de besarme y sentándose a mi lado.
—En su cuarto. Al lado—respondí.
—Sí, ya los escuché.
— ¿cómo?
—Así, bebé.
Hubo un silencio incómodo.
Entonces Rocky acercó su mano a mi pecho e
intentó despojarme de la sábana con la que me cubría. Me puse nerviosa. Rocky
acercó su boca a mi cuerpo y besó justo arriba de mi pecho, me dio un mordisco
y me dejó una marquita. Con sus dedos intentó hacerse posible seguir besando
mis bubis.
— ¡Rocky!—Se apartó y dejó de besarme. Dejó
de mirarme, en cambió miró al frente, dio un resoplido y dijo:
—Me duele que me rechaces, ¡y en la cama!
Pero comprendo lo nerviosa que estás.En Argentina fui muy impulsivo y te
prometí que nunca volvería a presionarte ni a obligarte a acostarte conmigo,
pero por favor no me vuelvas a hacer esto. Me duele…
—Rocky—dije dulcemente y él me miró—. Lo
lamento… Yo no quería… Me dejé llevar y no pude controlar lo que decía. Pero
tampoco quería rechazarte.
Rocky me miró con qué cara larga, y una
lágrima se le deslizó por la mejilla.
—Oh, Rocky—me acerqué a él y le sequé la
lágrima con mis pulgares. Rocky tomó mi mano derecha y presionó mis nudillos
contra sus labios en un sonoro y húmedo beso.
—Recuerda que tú eres Solamente mía. Tus
ojos—con otra mano levantó el cabello que me caía sobre la cara y penetró con
sus ojos en mi mirada—no mirarán a otro como me miran a mí. Tu cuerpo, tu
figura, tu cintura, ningún otro podrá gozar de ellas ni de tu cuerpo, solamente
yo. Pero hasta que no me des permiso, no gozaré de tu cuerpo. Solo lo haré
cuando tenga tu permiso, por eso te ruego que no se lo otorgues a más nadie. Yo
llevó tanto tiempo a tu lado y he esperado tanto a que me des tu permiso. No se
lo des a otro que lo merezca menos que yo, por favor. Tus manos no podrás
acariciar otro rostro. Tus labios no deben besar otros labios, y si lo
hacen—cambió su mirada y se puso rígido, mientras pasaba sus dedos por mis
labios—te prohíbo que lo beses igual que a mí. No quiero que me compares con
otros, o que me guales con otro hombre. Yo soy tu hombre.
—Rocky, así será—Se acercó a mí y me besó
suavemente los labios, casi sin tocarme. Bajamos nuestras cabezas y Rocky
acarició mi cabello. Continuó besándome hasta quedarse sin respiración y tener
que respirar entrecortadamente, de forma excitante. Y así mismo me dijo: “Te
amo”.
—No pares de besarme—le dije con la misma
voz.
* * *
Nos despertamos muy temprano. Rocky durmió en
mi misma cama, los dos abrazados, él con el torso desnudo y en calzoncillos, yo
apoyando mi cabeza en su corazón, y él acariciando mi cabellera. Era la víspera
de Navidad más hermosa de toda mi vida.
— Rocky, ¿por qué no vamos al río a bañarnos?
— ¿Te parece a ti, princesa?
Sonreí y con eso fue todo para Rocky.
Bajamos al río y lo primero que hice fue
quitarme la camiseta y el pantalón y luego me tiré al charco. Después me siguió
Rocky. Se tiró en calzoncillos, igual como durmió. Me salpicó toda y me mojó el
cabello. Igual eso iba a hacer. Me sumergí lentamente sintiendo cómo poco a
poco el agua fría de la mañanita penetraba en mi cuero cabelludo. Después me
sumergí por completo y me restregué la cabeza. No tenía Shampoo, solo agua, así
que igual tendría que lavarme después de salir del río, por lo que no tendría
mucho sentido lavarme bien en el río.
— ¿____ (TN) desde cuándo vienes aquí?
—Desde muy pequeña. Me acuerdo que desde los
tres, pero seguro que desde antes.
—Entonces me imagino que conoces muy bien
toda la zona—decía Rocky.
—Sí, por supuesto—Respondí yo.
—Te reto a una carrera hasta la otra
orilla—dijo señalando el lugar donde mi caballo y yo descansábamos, donde
también Riker nos vio una vez, cuando yo estaba evitando a Rocky.
*Flashback*
Colorado estaba en la ribera muy cerca del agua que pudo beber para
saciar su sed. Lo desamarré y me fui. Miraba el espejo del lago central. Un
color de pelo que no es usual por ahí me llamó la atención al reflejarse en el
agua. Rápidamente me escondí tras un árbol. El color de Colorado lo camuflaba
muy bien con la naturaleza.
La persona rubia se zambulló en el lago, muy cerca de la isla. Sabía
que no podía quedarme oculta ahí; debía irme con cautelo, porque él no se iría
rápido, quizá pase ahí hasta las tres o cuatro de la tarde. Muy lentamente fui
subiendo la cuesta de espaldas, internándome en la oscuridad y desapareciendo
del campo de visión del rubio. Pero cuando Colorado empezó a moverse, Riker
notó el movimiento y supo que era un caballo.
— ¿Quién está ahí?
No respondí nada. Creo que él ya lo sabía, era solo que yo no lo
quería admitir.
Riker se puso en pie y caminó hacia la otra orilla. Entré en pánico
y corrí lo más rápido que pude hacia la cima. El caballo relinchó y no quiso
avanzar conmigo. Se revelaba ante la autoridad, mientras Riker avanzaba hacia
mí. ¿Qué podía hacer? ¿Abandonar a mi caballo? ¿Hablar con Riker?
— _______ (TN), por favor, no te voy a hacer daño. Ven acá y
hablemos—gritó Riker.
—Lo siento, Colorado, tendremos que tener nuestro paseo más
tarde—le susurré al caballo y lo solté, saliendo disparada; logrando llegar a
la cima del cerro en 30 segundo.
Descendí rápidamente en zigzag y salté la llanura hasta llegar al
establo y refugiarme en él. Ahí logré retomar el aliento después de una carrera
de 3 minutos que debió ser de 10.
*Fin del Flashback*
— ¿Estás seguro de que quieres llegar hasta allá?—pregunté.
— ¡Segurísimo! ¿Por qué? ¿A caso su alteza tiene miedo?—dijo
haciendo una graciosa reverencia en el agua, hacia mí.
— ¡claro de que no!—dije sobresaltada.
—Eso me suena a una carrera.
No dije más nada. Mi respuesta fue ponerme en posición de
partida. Rocky también se preparó.
— ¿Estás lista?—preguntó.
— ¡Por supuesto!
— ¡Fuera!—gritó Rocky.
Esta carrera tiene sus desventajas, porque nosotros ya
estábamos dentro del agua, cuando deberíamos estar fuera del agua tirarnos
después de la marca de salida. Para mí fue súper complicadísima la salida, así
que Rocky llevó la ventaja desde el comienzo. Como a mitad de la carrera yo
logré avanzar más y le iba mordiendo los talones a Rocky. Pero al final, estaba
tan cansada y, por nerviosismo se me olvidó respirar.
Rocky no dudó en apresurarse y llegar a la meta para poder
disfrutar triunfantemente de la victoria. ¡Ay pobre de mí que me olvidé de
respirar y por eso me ganó mi novio.
— ¡_____ (TN)!—exclamó Rocky cuando me vio haciendo esfuerzos
para no ahogarme.
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Prometí que iba a subir el siguiente capítulo antes de que se acabara octubre; así que en mi defensa, este año me gradúo y estoy muy ocupada, tanto que pensaba que hoy era 28 de octubre.
PD: ¡Feliz cumpleaños a Rocky, mi amor, que cumplas muchos años más! ¿Cuántos son? ¿22? Pero recuerden que en la novela Rocky todavía tiene 20...
les dejo con un vídeo de tributo al cumpleañero de hoy:
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